El Ministerio del Interior de Marruecos ha confirmado que el número de víctimas mortales a causa del terremoto de magnitud 6,8 que golpeó al país el viernes 8 de septiembre ha aumentado a 1,305 personas. Además, se reportan 1,832 heridos, con 1,220 en estado crítico, y derrumbes de edificios en diversas zonas del país.
La sacudida sísmica se sintió incluso en la capital, Rabat, y en ciudades costeras como Casablanca y Esauira, así como en el país vecino de Argelia. El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) informó que el epicentro se ubicó a 71 kilómetros al suroeste de Marrakech, a una profundidad de 18,5 kilómetros.
La población, conmocionada y en pánico, optó por pasar la noche a la intemperie debido al temor a las réplicas. Testigos describen la experiencia como «una sacudida muy violenta» que hizo que los edificios se movieran.
Sin embargo, en medio de la tragedia, se ha desatado una ola de solidaridad internacional. Varios países, entre ellos Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Francia, Turquía, Israel, Reino Unido y Ucrania, han ofrecido asistencia y ayuda urgente a Marruecos. El presidente de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed, ordenó el establecimiento de un puente aéreo para transportar ayuda, mientras que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, afirmó que su país está listo para ayudar en lo que sea necesario.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y otros líderes también se comprometieron a proporcionar toda la asistencia necesaria al pueblo marroquí. La comunidad internacional se une en apoyo a Marruecos en este momento de crisis.