Prohibición Internacional de Armas Autónomas Letales
La Asamblea General de la ONU ha recibido la firma de más de 160 países que buscan debatir los efectos de los «robots asesinos«. Estos dispositivos, diseñados para seleccionar y aplicar fuerza de manera autónoma, están incrementándose gracias a los avances en tecnología e inteligencia artificial.
El pasado jueves 5 de diciembre, los representantes de estas naciones solicitaron la negociación de un tratado que prohíba legalmente el uso de estas armas autónomas. La iniciativa surge ante la creciente preocupación por la ausencia de control humano en la toma de decisiones que implican el uso de fuerza letal.
Objetivos de la Resolución de la ONU
La resolución reconocida por la ONU subraya el impacto potencial de los «robots asesinos» y el riesgo de desencadenar una carrera armamentística tecnológica. Además, advierte sobre la posibilidad de agravar conflictos y crisis humanitarias existentes.
Estos sistemas autónomos, al operar sin intervención humana directa, podrían intensificar las tensiones geopolíticas y dificultar la gestión de situaciones de conflicto, incrementando la inestabilidad global.
Funcionamiento y Riesgos de los Sistemas Autónomos de Combate
Según Human Rights Watch (HRW), los llamados «robots asesinos» utilizan el procesamiento de datos de sensores para identificar y neutralizar objetivos sin la supervisión humana. Esta autonomía en la selección y aplicación de fuerza letal plantea serias preocupaciones éticas y de seguridad.
La capacidad de estos dispositivos para tomar decisiones de vida o muerte de manera independiente puede llevar a errores graves, aumentando el riesgo de víctimas civiles y desencadenando situaciones impredecibles en zonas de conflicto.
Impacto en los Derechos Humanos
HRW destaca que la implementación de armas autónomas compromete los principios fundamentales de los derechos humanos, al eliminar la responsabilidad humana en decisiones críticas. Esto dificulta la rendición de cuentas en casos de abusos o violaciones durante los conflictos armados.
Además, la falta de transparencia en el funcionamiento de estos sistemas dificulta la supervisión y el control internacional, lo que podría facilitar su uso indiscriminado y su proliferación en distintas regiones del mundo.