En su recorrido semanal por la zona rural, el ex alcalde de Mazatlán junto a su equipo visitó la sindicatura de Mármol, población conocida por la producción de ostiones, la cual se ha quedado poco a poco deshabitada, debido a la falta de oportunidades laborales, pues sobre todo los jóvenes se han ido a ciudades más grandes en busca de nuevos horizontes.
Entre casas deshabitadas y humildes familias, que hacen de todo para sobrevivir honradamente, Pucheta platicó con Pedro Isaac Reyes Díaz, un padre de familia de 43 años, que se ha negado a dejar su sindicatura para darle educación a su hija de 16 años y mantener también a su esposa, quien le ayuda con la venta de ostiones que él extrae del mar, arriesgando su vida.
“Así como Pedro Isaac, hay muchos hombres que se dedican a esta actividad, como Ricardo Burgueño, quien también se sumerge en el mar, buscando una manera honrada de sobrevivir ante la crisis que dejó la desaparición de la cementera en Mármol. La única fuente de empleo que existe para unos cuantos, son las casetas de peaje de la autopista Mazatlán-Culiacán, así como el comercio informal de miel y comida en el lugar.”
Pucheta Sánchez valoró el trabajo que realizan estos padres de familia, que aún y a costa de su vida, son trabajadores que sufren la crisis económica desencadenada por la pandemia del coronavirus. Un buen día de extracción y venta de ostiones, significa lograr la comercialización de tres frascos grandes de ostiones; cada uno cuesta 200 pesos. Pero con la pandemia en ocasiones, llegan a vender uno solo por día, es decir tienen ingresos de 200 pesos por familia, con lo cual es muy difícil mantener a esposa e hijos, agregó el licenciado Fernando Pucheta.
La Sindicatura de Mármol es una población que tuvo hasta 3 mil habitantes en sus buenos tiempos cuando se construyó la autopista y existía la cementera. Ahora llega a un aproximado de 500 vecinos, muchos de ellos viven en el puerto de Mazatlán y sólo visitan sus hogares maternos durante los fines de semana. La falta de empleo ha provocado que este pueblo se quede solo. Es común observar casas abandonadas y algunas familias que se niegan a irse, en espera de que algún día llegue nuevos horizontes.
