Yo no entendía cuál era la cuestión que causaba tanto revuelo con los comentarios de López Obrador y las decisiones de la Secretaría de Energía (SENER) respecto a las energías limpias. Todas las notas que leía me daban la impresión de ser tendenciosas y reflejando solo un lado del argumento; el del lado empresarial.
Revisando el contexto no fue difícil entender que las declaraciones fueron hechas por el descontento que genera el hecho de perder privilegios en la asignación de contratos para la explotación de los recursos energéticos, específicamente en el sector eléctrico del País; donde estos contratos contienen supuestamente más beneficios para los particulares que para el Estado.
Es decir, según la visión del gobierno los mayormente beneficiados son las empresas que se dedican a producir estás energías limpias explotando un bien que debería beneficiar a la ciudadanía abaratando costos de servicios como el de la electricidad.
Aquí es donde entran las declaraciones de López Obrador, justo en ese sentido. Él califica esos contratos asignados por gobiernos anteriores como ‘leoninos’ que en un español entendible significa que un contrato es ventajoso para una sola de las partes y exige el cumplimiento de condiciones particularmente duras a la otra parte. Históricamente sabemos que las ventajas en este tipo de negocios son para los empresarios y las condiciones para el Estado. No para las cúpulas del Estado, sino para los ciudadanos.
Amigo lector, lo que entiendo que López Obrador está avizorando es que precisamente se va a repetir todo el proceso de ‘privatización’ sucedido con Pemex pero esta vez con la producción de electricidad, en este caso específicamente Comisión Federal de Electricidad. Hay que recordar que desde hace años se viene manejando que CFE opera con pérdidas debido a la introducción de pasivos como los subsidios a la tarifa eléctrica en verano. Léase están abaratando la electricidad subsidiándola en vez de abaratar el proceso de producción.
La intención de introducir pasivos como los subsidios a las tarifas eléctricas es hacer operar a CFE con pérdidas para argumentar que sale más caro producir la electricidad que los ingresos que genera, y que la única salida es abrirla a la inversión 1.) privada y 2) extranjera para que la electricidad sea más barata.
¿Por qué? Porque las reformas energéticas se han ido encaminando a dejar fuera de la jugada a CFE para que no pueda producir energía de forma barata y eso genere mayores gastos de operación que las ganancias que tiene (tal cual como pasó con Pemex) y llegué a la quiebra; y una vez ahí entran en operación todas las compañías que tienen contrato para la producción de electricidad a través de las hidroeléctricas y eólicas para paso siguiente ofertarlas al mercado bajo su propia marca de electricidad.
En este punto defino la tesis de López Obrador bajo la siguiente premisa: está tratando de revertir las condiciones ventajosas que la iniciativa privada ha establecido respecto a la operación de sus empresas para darle más participación a los organismos del Estado, en este caso específico: Comisión Federal de electricidad.
Esto es lo que desde mi punto de vista López Obrador se ha dado cuenta y quiere evitar que se repita (cito los comentarios de Diego Valadés, ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación):
“Con la reforma energética se entregó la soberanía del país en materia energética porque se pierde el control sobre las empresas petroleras. Cualquier controversia será presentada a tribunales extranjeros y no mexicanos, además que México pierde la facultad de expropiar y se adelgaza el Estado a la condición de pequeño, subsidiario, no intervencionista”.
Cambie usted lector… a Pemex por CFE y saque sus propias conclusiones, piense, comente, rebata mi punto de vista y debatamos. Mientras tanto, lo espero pronto de vuelta por aquí.