En un reciente acto privado, el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, profirió insultos de naturaleza personal a su homólogo ruso, Vladimir Putin, llamándolo «loco hijo de puta». Esta declaración se produce en un momento de crecientes tensiones entre las dos superpotencias, exacerbadas por la situación en Ucrania y la reciente muerte del líder opositor ruso, Alexéi Navalny, en prisión.
Biden también ha acusado a Putin y a su régimen de ser responsables de la muerte de Navalny, quien murió el pasado 16 de febrero. Anteriormente, Biden ya había tildado a Putin de «criminal de guerra». Estas afirmaciones y ataques personales marcan una notable desviación del lenguaje diplomático habitualmente utilizado entre líderes mundiales.
La respuesta de Rusia no se hizo esperar. El portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, comparó el comportamiento de Biden con el de un «vaquero de Hollywood», sugiriendo que sus acciones son motivadas por objetivos políticos internos. Putin, a su vez, expresó su preferencia por Biden en la Casa Blanca en lugar del republicano Donald Trump.
Las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia han estado marcadas por la tensión y la confrontación en los últimos años, especialmente en relación con la guerra en Ucrania. En diciembre del año pasado, Rusia incluso amenazó con romper las relaciones diplomáticas con Estados Unidos debido al aumento de las sanciones económicas impuestas por Washington y sus aliados en respuesta a la invasión rusa a Ucrania.
En el frente interno, Biden se prepara para buscar la reelección en noviembre, y ya ha comenzado a organizar actos de recaudación de fondos. Como candidato único del Partido Demócrata, las propuestas de Biden ya están surgiendo, y se posiciona en una línea similar a la que siguió en las elecciones de 2020. Enfrente, Donald Trump encabeza las primarias del Partido Republicano, preparándose para otro posible enfrentamiento electoral.