En un giro inesperado, los planes de Elon Musk para la Gigafactory de Tesla en Nuevo León han tropezado con dudas significativas. La construcción, destinada a producir los vehículos más asequibles de Tesla, enfrenta retrasos atribuidos a las preocupaciones de Musk sobre la economía global, junto con obstáculos logísticos y permisos pendientes.
A pesar de los intentos del Gobierno de Nuevo León por asegurar el proyecto con incentivos financieros y permisos ambientales, el futuro de la planta, que se esperaba iniciara operaciones en 2025, ahora parece incierto. Las declaraciones recientes de Musk sobre la no aceleración del proyecto debido a las tasas de interés elevadas agregan un elemento adicional de incertidumbre.
El sitio de construcción, originalmente lleno de entusiasmo, ahora muestra solo un cartel de bienvenida, y las predicciones optimistas del gobernador Samuel García sobre los primeros vehículos saliendo en 2024 se ven amenazadas.
La estrategia de abastecimiento de baterías para la planta sigue sin estar clara, con especulaciones sobre la operatividad a fines de 2025 o principios de 2026. Empresas como Yinlun, proveedor clave para Tesla, esperan apoyar la producción en Nuevo León, aunque la ejecución de estos planes dependerá de la resolución de los problemas actuales.
La incertidumbre también se ve amplificada por tensiones internas en México, donde el presidente López Obrador busca equilibrar la inversión entre el norte y el sur del país. A pesar de las esperanzas de los residentes locales de un impulso económico, la realidad actual plantea dudas sobre si el proyecto de Tesla en Nuevo León cumplirá con las expectativas iniciales.