Petición tajante… respuesta relampagueante
Poblado Seis, Gustavo Díaz Ordaz, Ahome 21 de noviembre del 2018.- Billy Chapman preguntó recio y quedito, ¿en cuánto tiempo? ¿En cuánto tiempo queda? Pero el teléfono no respondió, enmudeció. Estaba parada sobre una silla de plástico, para que todos lo vieran, y allí se quedó.
Esta tarde (miércoles), ofreció, quedan encendidas las lámparas de este poblado.
A su lado estaba el gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, y rodeado de casi medio centenar de adultos, todos damnificados.
La gente que lo escuchó no atinó a encogerse de hombros o confiar en esas palabras que ofrecía el Alcalde de izquierda. Un Presidente Municipal que antes se había disculpado con ellos por no haberlos socorrido con las caravanas de ayuda humanitaria que encabezó apenas había comenzado la peor inundación que en este municipio se recuerde y en donde ellos, habían pasado una de las calamidades más feas.
Don Ricardo Soto Álvarez, ejidatario de la “Pitahaya” y en cuya casa se refugiaron nueve personas para salvarse de la creciente que llegó hasta dos metros de altura aquel 19 de septiembre, dos meses atrás, estaba entre ese público incrédulo. “Será cierto, bueno, confiaremos, al fin y al cabo, este gobierno sí ha respondido, con poco, pero ha respondido a la emergencia”.
Don Ricardo sabía que Billy Chapman había hablado con Iván Roberto Gálvez Meza y le había pedido tajantemente que resolviera el problema de oscuridad que reinaba en el lugar desde que la inundación arrasó con todo. Y sabía que cuando el Presidente Municipal pide en ese tono enérgico, había que responderle ya. Él lo entendía porque lo había escuchado minutos antes, cuando el alcalde le pidió a Jorge Cinsel Gutiérrez, gerente de operaciones de la Junta de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Ahome (Japama) “una respuesta aquí y ahora para esta gente que está sufriendo, para que esta gente que no debe esperar a que sus gobernantes, sus políticos, tarden en responder a sus necesidades”.
¡A caray! Sí que sabe pedir resultados este alcalde, se dijo entre sorprendido y dubitativo. Será que le responderán los subordinados, dudó.
No se quedó al cierre del discurso, pues tuvo que marcharse apresuradamente. “Hay me cuentas en qué termina”, le dijo a uno de sus vecinos que también estaba en la casa ejidal de la “Pitahaya”.
Billy Chapman aclaró que había pedido al jefe de servicios públicos que reparara el alumbrado público para que los niños no pasaran peligro cuando madrugando caminaran hacia la escuela o cuando las jovencitas tenían que salir casi amaneciendo a tomar el autobús para dirigirse a la secundaria. Y reiteró: “Esta tarde llegan las máquinas”.
El alcalde y el gobernador terminan la visita y se dirigen a supervisar la reconstrucción de la obra hidráulica.
Cae la tarde, y una brisa fresca comienza a soplar.
Sobre el bulevar del Poblado Seis aparecen las grúas de servicios públicos municipales encabezados por su titular Iván Gálvez.
En minutos, 65 lámparas de 24 postes son reencendidas.
Billy no lo ve, pues ya va camino a Los Mochis.
Aquí, la gente respira hondo. Saben que ahora sus hijos caminarán por una calle iluminada cuando de madrugada se levanten para ir a la escuela.
“Sí, Billy cumplió”, dicen los nativos a los electricistas de Servicios Públicos Municipales. Y desde los porches de esas casas que aún huelen a humedad por la creciente, brotan aplausos como cardos.