Por: Juan B. Ordorica (@juanordorica)
Para nadie es un secreto que Jesús Vizcarra, en Sinaloa, es la variable política predominante en cualquier ecuación local. Durante años los deseos y señales que externa “el señor de la carne” son las pautas a seguir para cientos de políticos sinaloenses. Muchas candidaturas parten de la decisión personal de Vizcarra; incluso, el solo hecho de anunciar o postergar sus intenciones de participar en las contiendas personalmente, mueve los tableros de las planillas en todos los partidos: el propio y los de oposición.
En las últimas semanas, Jesús Vizcarra, con actos propios de su personalidad, reapareció y se puso en el centro de la conversación política. Lo pudimos observar muy contento en los actos de campaña de algunos candidatos priistas, sobre todo en la de Mario Zamora, uno de sus fieles escuderos durante estos años de polarización intrapriista y la guerra civil soterrada que desde hace un par de lustros se traen en el priyismo local.
Parece que esa aparición en público, no es otra cosa que un pequeño montaje; no verse tan gandul a la hora de ejecutar su verdadero plan: poner al servicio de MORENA y su líder tabasqueño todos sus corrales de vacas. La debilidad institucional de MORENA en Sinaloa es evidente: la gran mayoría de sus candidatos locales son desconocidos, productos de tómbolas y sin experiencia, casi todos colgados de la cola del cometa AMLO y sin una personalidad propia que les permita construir liderazgos sociales trascendentes. El cometa AMLO tarde o temprano se alejará de la orbita local, esto lo sabe Vizcarra y ya puso manos a la obra.
Los negocios de Vizcarra parecen boyantes, prósperos, frenéticos… tal vez lo sean, pero la historia del “señor de los rastros” es algo más que éxitos comerciales en la iniciativa privada. Gran parte del éxito de Jesús Vizcarra tiene que ver con una simbiosis entre los negocios, la política y el gobierno. Desde el sexenio de Vicente Fox, Jesús Vizcarra viene tejiendo una estola de complicidades que permite estiramientos sostenibles a sus empresas. Jesús Vizcarra necesita al gobierno para sus negocios. Él lo sabe; por eso, continuamente invita al político de moda (o a sus hijos) a ser parte de sus empresas. No lo esconde. Le fascina que el mundo sepa de sus relaciones.
Vizcarra se dice a sí mismo priista, pero le es indiferente el color del gobernante. Lo mismo se acerca a gobiernos panistas, priistas, perredistas y ahora MORENA. Vizcarra es un personaje extraño, quiere ser empresario, pero no sabe estar sin el gobierno. Se ahoga sin él. Recientemente una investigación reveló algún tipo de malos manejos a la hora de conseguir recursos públicos para sus empresas. Supuestamente convertía a sus empleados en dueños de ganado para conseguir recursos por cada cría y después los ejecutaba para sí mismo. El paso de Enrique Martínez y Jesús Aguilar por la Sagarpa fue espectacular para Vizcarra. Su empresa fue la consentida de este sexenio en cuanto a fondos agropecuarios se refiere.
El futuro le sonríe a Vizcarra. Sus vacas están a punto de convertirse en MORENAS. Basta con una reunión con Andrés Manuel para convencerlo de un proyecto nacional por el desarrollo social y listo… tendremos “vacamex”, una iniciativa popular para impulsar la ganadería social, obviamente con los respectivos beneficios políticos y económicos para “Don Chuy”.
Después de todo ya lo dijo el mismo Vizcarra: “Trabajaremos arduamente con cualquiera que sea presidente”. El priismo no sufre. La idea de tener una franquicia alterna en Sinaloa les fascina. Detener la estampida pasado el 2 de julio a las puertas de MORENA es el reto que tienen que sortear los militantes de ese novel partido,pues, de otra forma serán aplastados bajo las pezuñas de las nuevas vacas MORENAS .