Por: Juan B. Ordorica (@juanordorica)
Roberto Cruz se fue a la yugular. Un reguero de sangre y viseras quedaron esparcidas en las oficinas del actual diputado local de Acción Nacional tras una larga conferencia de prensa el día de ayer lunes 23 de julio. Sus palabras retumbaron en los micrófonos. Roberto fue directo y contundente. Envió al paredón a los 12 culpables de la debacle blanquiazul en el estado.
Esas declaraciones hay que diseccionarlas en dos partes: el menaje y el mensajero. Comencemos por el primero: El mensaje fue casi perfecto. Su contenido bien sustentado y las acusaciones bien dirigidas. Las formas pueden o no gustar (me incluyo en los que no comparten las formas), pero la comunicación fue nítida. Un político no puede ser más claro. Ricardo Anaya, Damián Zepeda, López Brito, Edgardo Brugos, Jorge Villalobos, Edgardo Burgos, Adolfo Beltrán, Adolfo Rojo, Zenen Xochihua, Alejandro Higuera, Miguel A. Camacho, Carlos Castaños y Carlos Felton fueron el blanco directo de las acusaciones de Roberto Cruz. Nombres más nombres menos, pero casi todos ellos han sido culpables de la situación que vie el PAN en Sinaloa. Nada más que agregar. Hay una amplia coincidencia en que, la mayoría de esas figuras, no deben regresar a tomar decisiones en el PAN.
Entre acusaciones de corrupción, ineptitud, desgaste o por complicidad silenciosa esos personajes tienen hundido al partido. El hambre, el egoísmo y la codiciada han hecho que sigan buscando todos los espacios. Que decir de las plurinominales, cada vez están dispuestos a más bajeza con tal de llegar a una de esas posiciones. La democracia se fue del PAN. Todo es un dedazo, imposiciones, nepotismo y concesiones. Hasta aquí el análisis del mensaje.
El mensajero, Roberto Cruz, es un Pavo Real. Es un personaje orgulloso de su plumaje. A la menor provocación lo muestra, se hincha. Busca envolver al mundo con colorido y sedosos accesorios. Brilla y le gusta, pero nunca baja la vista. Ahí, debajo de toda esa pirotecnia multicolor descansa sobre sus patas. No le gusta, por eso nunca las muestra; menos, habla de ellas. Son dos garras feas, deformes, carentes de toda estética… impresentables.
Roberto Cruz, aparentemente nos regala una muestra de autocritica dura. Reconoce errores de la institución panista; pone en el cadalso las malas practicas del partido que lo hizo diputado. Los hace, sin embargo, olvida sus propias culpas. Las esconde como las patas del Pavo Real debajo de todo su esplendor.
El no olvida. Es inteligente, de gran memoria. Prefiere omitir sus culpas. Tras encabezar una “cruzada por la democracia” decidió aceptar la designación plurinominal #1 en la diputación local. La designación vino directamente de Ricardo Anaya. SI, ese que acusa de ser antidemocrático fue quien le paso el dedo por encima y lo convirtió en diputado. En esa misma sesión “dedistica” consiguió el nombramiento de regidor plurinominal #1 de Culiacán a uno de sus incondicionales (hasta ese momento) y de pilón consiguió la candidatura de mayoría para su hermana en el distrito 14 de Culiacán (Uno de los más peleados entre panistas), quien venía de ser designada como regidora plurinominal de Culiacán.
En ningún momento se sintió ofendido por esas designaciones, al contrario, las celebró. Mención aparte merece que supo aprovechar esa posición y su trabajo en el congreso si se vio reflejado. Fue muy controvertido y polémico, pero nadie lo puede acusar que no hizo su chamba.
Roberto sufre para trabajar en equipo. Le cesta mucho trabajo. Su plumaje lo deslumbra. Se le complica construir con otras personas. Prueba de ello fue el rompimiento con Miguel Diaz y su alejamiento personal y político. Esto debilito a ambos.
En este proceso pasado Roberto no obtuvo ninguna candidatura, pero su hermana fue designada nuevamente por el dedo santo como candidata y tampoco hubo reclamos. Fue muy duro contra la alianza con el PAS, cosa que muchos panistas compartían, aún así, obedeció calladamente tomarse la foto con Héctor Melesio Cuen en plena campaña. Tampoco hubo reclamos.
El mensaje de Roberto es el correcto. No se puede caer en la trampa de la retorica de juzgar al mensajero. El PAN necesita desprenderse de esos nombres. Por otro lado, el mensajero no debe esconderse detrás de su mensaje. Sus palabras retumbarían con más fuerza si hubiera renunciado a la mancillada posición de su diputación plurinominal. No lo hizo así. Siguió disfrutando de las canonjías de las designaciones que hoy señala. El Pavo Real esconde sus patas de nuevo.
Seguramente Roberto seguirá dando de que hablar, dentro o fuera del PAN, sus acercamientos con MORENA son evidentes y el no los esconde. Seguirá cantando como Pavo Real y será feliz mientras todos lo sigan viendo. El plumaje tarde temprano perderá su brillo y no está de más recordar, que las patas siempre seguirán ahí.