Por: Juan B. Ordorica (@juanordorica)
El enorme bloque de hielo fue catastrófico. El RMS PRITANIC sello su destino al topar de frente con el frío bloque del desprecio ártico del ciudadano; al igual que su contraparte, el mítico Titanic, fue la soberbia del capitán lo que llevó al buque al hundimiento colosal.
El dueño del gran barco tricolor nunca hizo caso de las señales. Su altanería fue tan sobrada que, incluso, no prepara su embaición con el número suficiente de botes salvavidas para hacer frente a una tragedia. Era impensable…Lo imposible sucedió. Aquello fue una tragedia: Candidatas y candidatos a la deriva, unos sobre los otros, la banda tocando (literalmente afuera del PRI) y los náufragos sintiendo la inmensidad del océano de votos sobre sus desesperados cuerpos. Nadie escuchó sus gritos. Se perdieron en medio de la oscuridad y la inmensidad de la profunda derrota. Poco a poco se hunden. Nadie llora sus tragedias.
En la tragedia, unos cuantos sobreviven. Poco a poco se acercan algunos barcos a socorrer a los otrora poderosos pasajeros. Algunos botes salvavidas emergen entre las sombras. Hay salvación, pero no para todos. A los náufragos priistas sinaloenses los suben a un nuevo barco. Sólo los realmente importantes. El resto no tendrán ni una tabla de portón para flotar. Los ignoraron y todavía no lo saben.
Ya, en la cubierta de la nave de rescate, los priistas sinaloenses respiran. Antiguos alcaldes y diputados son envueltos en el manto protector del nuevo capitán. El gobernador de Sinaloa ofrece salvación en forma de secretarias, subsecretarias y direcciones. El fantasma de la muerte parece excoriarse. El horizonte se ve luminoso. Los rayos de un nuevo día caen sobre las brillantes sonrisas de Jesús Valdés y demás damnificados… o eso parece.
Los priistas son felices en su nueva travesía; nadie, ni siquiera el capitán, en la algarabía del rescate, se percata del antiguo nombre del barco. En letras color Tomate, detrás de algunas capas de pintura y anuncios luminosos “PURO SINALOA” se alcance a leer difusamente un nombre: “POSEIDÓN”
Los destinos renovados del priismo sinaloense descansan sobre una vetusta galera. El Poseidón, antiguo barco de lujo, dejó sus mejores momentos atrás. Grandes fiestas y bacanales ocurrieron ahí. La crema y nata de la política local surcaron las aguas del servicio publico sin contratiempos y bien avituallados. El oxido ya comienza a corroer el armazón. Los nuevos tripulantes del Poseidón sonríen porqué desconocen el destino que la mar le tiene preparado al navío. Hoy sobrevivieron a una tragedia. Mañana se les viene otra peor.
La ola que pondrá panza arriba al Poseidón comienza a formarse. Los priistas aun no lo ven. En tres años sentirán la ola errante y gigantesca que destruirá el ultimo barco de su flota. No quedará nada. Salvo unos cuantos sobrevivientes que lucharan entre si por conseguir la quimérica balsa de humo que evite el final de sus días a miles de metros en el abismo de la deshonra y la desgracia total.