Por Juan Ordorica (@juanordorica)
En pleno 16 de septiembre, fecha emblemática, Andrés Manuel López Obrador decidió visitar Mazatlán como una de las primeras ciudades en su gira del agradecimiento. El presidente electo se dejó querer por los miles de mazatlecos que se dieron cita en el Paseo Olas Altas. Muchas selfies, abrazos y sonrisas fueron, la constante del evento.
Las pétreas caras de Juárez, Madero y Cárdenas vigilaban con mirada de esfinge a los miembros del templete y nuevos encargados de los poderes locales y federales. A pesar de ser Día de la Independencia, ninguno de los historiadores de MORENA recordó poner a Hidalgo entre las deidades del panteón transformador.
López Obrador anunció algunas medidas ya conocidas y otras novedosas: Declaró que los pescadores podrán seguir trabajando en aguas del Golfo de California; el cambio de nombre de BANSEFI por el del Banco del Bienestar (qué ganas de bautizar todo orwellianamente); el pago de 5,600 pesos por tonelada de maíz hasta 20 toneladas por productor (para los productores sinaloenses eso significa hectárea y media); desaparición de los fideicomisos y becas.
Los reacomodos de MORENA en Sinaloa fueron evidentes durante este evento. Luis Guillermo Benítez, alcalde electo de Mazatlán, demostró ser el político sinaloense de los afectos más cercano a López Obrador. Rubén Rocha Moya e Imelda Castro también se hicieron presentes y siempre se mantuvieron cercanos al tabasqueño. Posiblemente de alguno de ellos tres saldrá el próximo candidato a gobernador de Sinaloa por Morena.
Un día después, López Obrador se trasladó a Culiacán. No tuvo eventos públicos masivos, pero su visita a Palacio de Gobierno para encontrarse con el gobernador Quirino Ordaz fue muy significativa. El presidente electo demostró el colmillo largo y retorcido que arrastra tras años en el tablón. A diferencia de los bisños políticos locales de MORENA que hace algunas semanas acudieron a reunirse con el gobernador y encantados de la vida sonreían a las cámaras del despacho del tercer piso, AMLO cambió los esquemas. Logró que el gobernador saliera a recibirlo hasta la calle, organizó una conferencia de prensa afuera de sus oficinas (en plenos pasillos de gobierno) e impuso su estilo sobre el de Quirino Ordaz. Las señales del poder fueron clarísimas. Las porras de los trabajadores del estado para el presidente electo son una señal para el que las quiera ver.
Hay ausencias que resaltan más que cualquier discurso, foto, declaración o templete. Gerardo Vargas Landeros no estuvo cerca de la visita de López Obrador a Sinaloa. Los dichos del exsecretario de Gobierno de una cercanía en los primeros niveles de la estructura del nuevo gobierno, parece que tendrá que esperar a una mejor oportunidad para materializarse en hechos.
MORENA en Sinaloa superó su primera prueba: no hubo muchos jaloneos, los liderazgos supieron mantener la vitrina y sacar la tarea. Los primeros pasos de un organización política solida de MORENA en Sinaloa se dieron en esta visita.