Las autoridades ugandesas están de luto y en estado de shock después de un violento ataque rebelde que dejó un saldo de 41 personas muertas, incluyendo 38 estudiantes, en una escuela secundaria ubicada cerca de la frontera con la República Democrática del Congo. El trágico suceso ocurrió en la noche del viernes y ha dejado una profunda huella en la comunidad local.
Según informó el alcalde de Mpondwe-Lhubiriha, Selevest Mapoze, el ataque fue llevado a cabo por aproximadamente cinco agresores pertenecientes a las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), un grupo extremista que ha estado activo en la región oriental del Congo durante varios años. Los rebeldes ingresaron a la Escuela Secundaria Lhubiriha y desataron una violencia sin precedentes.
El relato de Mapoze revela un panorama desolador. Los estudiantes fueron víctimas de terribles actos de violencia, algunos fueron quemados vivos cuando los rebeldes prendieron fuego a uno de los dormitorios, mientras que otros fueron baleados o acuchillados con machetes. La escena del crimen mostraba cuerpos sin vida esparcidos por el recinto escolar, una imagen desgarradora que ha conmovido a toda la nación.
El ejército de Uganda respondió rápidamente al ataque, pero los rebeldes lograron escapar hacia la frontera con la República Democrática del Congo antes de que las autoridades pudieran capturarlos. Se reportó el secuestro de al menos seis personas, mientras que ocho heridos están siendo atendidos en un hospital local. Las fuerzas ugandesas están emprendiendo una operación de búsqueda y rescate para liberar a los secuestrados, quienes han sido obligados a llevar alimentos saqueados hasta el Parque Nacional Virunga, en territorio congoleño.
La noticia del brutal ataque ha generado indignación y condena tanto a nivel nacional como internacional. Winnie Kiiza, una influyente líder política, expresó su repudio en Twitter, calificando el acto como un «cobarde ataque» y una grave violación de los derechos de los niños. Kiiza enfatizó que las escuelas deben ser siempre lugares seguros para los alumnos y que los ataques de este tipo son totalmente inaceptables.
Mientras tanto, la comunidad local se encuentra en duelo, tratando de comprender cómo un acto tan violento pudo ocurrir en su propio vecindario. El gobierno ugandés ha prometido emprender acciones contundentes para garantizar la seguridad de sus ciudadanos y evitar que tragedias como esta vuelvan a repetirse en el futuro.
La pérdida de vidas inocentes, especialmente de jóvenes estudiantes que tenían toda una vida por delante, es un recordatorio desgarrador de la persistencia de la violencia en ciertas regiones del mundo y la necesidad de trabajar en conjunto para erradicarla y promover un entorno seguro para todos.
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